lunes, 27 de febrero de 2017

EL BESO DE LA LUNA

El joven Endimión solía dormir desnudo en una cueva, y en las noches cálidas lo hacía fuera de la cueva.
Desde allí podía observar el rostro puro de su amada Selene, la luna.
Ella era ajena a los sentimientos del muchacho hasta que una noche estrellada lo descubrió tendido sobre una manta en la entrada de la cueva. Admiró su espléndida desnudez quedando perdidamente enamorada de él. Permaneció a su lado haciéndole compañía sin él enterarse.
Endemión la amaba de día y Selene, por las noches.
Cierta vez, mientras Selene, embelesada, velaba su sueño, él despertó.
¡Cuán grata fue la sorpresa de hallar a su amada cerca de su corazón!. Desde ese instante la pasión no los abandonó. Cada noche era un ritual de besos y caricias que los transportaba a un mundo mágico teñido de sensualidad.
Endemión comenzó a envejecer, en cambio Selene, no. Se negaban a que la Muerte los separara. Aturdidos y preocupados recurrieron a Zeus.
El poderoso dios los ayudó hechizando a Endemión: durante su sueño no envejecería. Sólo podía despertar en el momento que Selene lo visitara. Y así, gracias a este ardid pudieron amarse durante toda la eternidad.